Internacional

El mayor caso de tráfico de animales en Argentina que llegó a Bolivia pagan hasta $us 50 mil por jaguar

El tráfico de fauna silvestre se ha convertido en un problema alarmante en Sudamérica, y recientemente, una investigación ha revelado el caso más grande de caza ilegal de animales en Argentina, con operaciones que también alcanzaron a Bolivia. La red, liderada por Jorge Néstor Noya, un ciudadano argentino, operaba desde hace décadas, ofreciendo cacería ilegal de especies protegidas, incluyendo el jaguar, por el que algunos clientes llegaron a pagar hasta $50,000.

La investigación de la revista Nómadas ha sacado a la luz cómo funcionaba esta organización. Noya, propietario de la empresa Casa y Safaris Argentina, publicitaba abiertamente paquetes turísticos para cazar especies en peligro de extinción. Aunque sus principales operaciones estaban en Argentina y Bolivia, la red también se extendía a Paraguay, Brasil y hasta África.

Desde los años 80 hasta 2024, Noya y su organización cometieron múltiples delitos ambientales, lo que finalmente llevó a su arresto. Actualmente, se encuentra en detención domiciliaria en Buenos Aires, junto con otros seis imputados que formaban parte del grupo.

Los cazadores y clientes, en su mayoría españoles y estadounidenses, viajaban primero a Argentina, desde donde eran trasladados a Cáceres, Brasil. Desde allí, se organizaban vuelos en avioneta hasta el Oriente boliviano, donde realizaban la caza ilegal de jaguares y otros animales.

Una vez realizada la cacería, los cuerpos de los animales eran disecados en talleres clandestinos en Argentina y enviados a diferentes países para su exhibición como trofeos. Entre los clientes, destaca Eduardo Romero Nieto, un médico español propietario de un museo de fauna salvaje en España.

En diciembre de 2023, la activista Lisa Cti, del colectivo Llanto del Jaguar, junto con el guardaparque Marcos Usquiano y el abogado ambientalista Rodrigo Herrera, denunciaron el caso ante las autoridades bolivianas. Se reveló que Noya había ingresado al Área Protegida ANMI San Matías, donde cazó al menos cinco jaguares junto con el empresario catalán Luis Villalba.

Como represalia, Usquiano fue destituido de su cargo, pero tras la presión social y el impacto del caso, fue restituido. Esta situación ha generado un debate sobre la impunidad y la necesidad de reforzar las leyes de protección animal en Bolivia y la región.

El caso de Jorge Néstor Noya evidencia cómo el tráfico de animales silvestres sigue siendo un negocio lucrativo a nivel internacional. A pesar de los esfuerzos de organizaciones y activistas, la demanda de trofeos de caza sigue incentivando esta cruel actividad.

Las autoridades de Argentina y Bolivia han prometido endurecer las sanciones contra estos delitos, pero el desafío sigue siendo la corrupción y la falta de recursos para combatir estas redes de caza ilegal. La comunidad internacional también juega un papel clave en la preservación de la fauna silvestre, promoviendo leyes más estrictas y el rechazo al comercio ilegal de especies.

Este caso es solo un reflejo de una problemática mayor que amenaza la biodiversidad y pone en peligro a especies icónicas como el jaguar, cuyo papel en el ecosistema es fundamental. La lucha contra el tráfico de fauna debe continuar con una acción conjunta entre gobiernos, activistas y la sociedad en general.

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