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DANA ¿Se pudo Prevenir el Mayor Desastre Natural de su Historia?

La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) se ha convertido en el mayor desastre natural de la historia reciente de España, afectando principalmente a Valencia y Castilla-La Mancha. En unas pocas horas, se registraron precipitaciones equivalentes a un año entero, con lluvias que superaron los 500 litros por metro cuadrado. Esto provocó inundaciones que arrasaron con ciudades y pueblos, dejando tras de sí una estela de destrucción y un saldo histórico de fallecidos y desaparecidos.

El fenómeno comenzó en la noche del martes, sorprendiendo a muchas personas mientras trabajaban, circulaban en carreteras, o se encontraban en centros comerciales y sus hogares. Sin alertas tempranas claras, muchos no tuvieron tiempo para tomar medidas de prevención. Aunque la Agencia Estatal de Meteorología había emitido un aviso rojo desde el día anterior, el sistema de Protección Civil solo notificó a la población a través de sus teléfonos cerca de las 8 de la noche, cuando el desastre ya estaba en curso.

Testigos y sobrevivientes han relatado la tragedia de aquellos atrapados en sus automóviles o intentando escapar de sus casas, y han expresado su frustración por la falta de advertencias eficaces. Un residente afectado compartió el desgarrador testimonio de cómo su padre y un vecino fueron arrastrados por el agua cuando intentaban escapar.

La DANA, caracterizada por sus precipitaciones intensas y vientos fuertes, es un fenómeno meteorológico frecuente en el Mediterráneo. Sucede cuando una masa de aire polar frío circula a gran altitud y choca con el aire cálido y húmedo de la zona, generando tormentas extremas. Sin embargo, esta vez, la intensidad de la tormenta ha superado todos los precedentes, como la histórica DANA de 1973 que devastó Almería, Granada, y Murcia.

Expertos en meteorología señalan al cambio climático como un factor que podría estar intensificando la fuerza de estos fenómenos. A medida que el clima global se calienta, las DANAs pueden volverse más destructivas, advierten los científicos. La falta de protocolos de comunicación efectivos y el aumento de la intensidad de estos fenómenos plantean una pregunta crucial: ¿se podrían haber reducido las pérdidas humanas y materiales si las advertencias hubieran sido más rápidas y claras?

Con más de 150 víctimas mortales y centenares de desaparecidos, esta tragedia abre un debate sobre la necesidad de mejorar los sistemas de alerta en situaciones de riesgo extremo. La prioridad futura debería centrarse en desarrollar sistemas de notificación que sean eficientes y directos para proteger mejor a la población frente a eventos climáticos extremos que, desafortunadamente, podrían hacerse más comunes.

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