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Marcha Evista Conflictos detrás de la Protesta de Evo Morales

La marcha impulsada por Evo Morales ha generado un gran revuelo en Bolivia, con la exigencia de anticipar las elecciones generales. Esta movilización, que se dirige desde Caracollo, Oruro, hacia La Paz, ha sido calificada por el presidente Luis Arce como un intento de golpe de Estado dirigido por el propio Morales. ¿Qué está realmente detrás de esta protesta y cuáles son sus posibles implicaciones para el país?

Desde su inicio, la marcha ha sido bautizada por los seguidores del evismo como la «marcha para salvar Bolivia». El objetivo es claro: llegar en un plazo de siete días a la sede de gobierno en La Paz y presionar a Arce para que adelante las elecciones. Sin embargo, este acto ha sido catalogado por el gobierno como una provocación política con el fin de generar inestabilidad en el país.

La primera jornada de la movilización fue particularmente violenta, dejando un saldo de 26 personas heridas. Hubo enfrentamientos con golpes, pedradas e incluso explosivos. Morales, por su parte, ha declarado que la marcha es imparable y que si se les impide el paso por la carretera, continuarán por las serranías. Estas declaraciones han acrecentado las tensiones y la polarización dentro del país.

Uno de los puntos más delicados detrás de esta movilización es la posible inhabilitación de Morales para las próximas elecciones, dictada por el Tribunal Constitucional. Según el gobierno, esta es una de las razones por las que Morales está intentando desestabilizar a Luis Arce. Si la marcha prospera y se logra la renuncia del presidente, quien asumiría la presidencia sería Andrónico Rodríguez, actual presidente del Senado. Morales ha insinuado que con Rodríguez en el poder, se podría habilitar nuevamente su candidatura presidencial.

No obstante, Rodríguez ha manifestado públicamente su «profunda convicción y compromiso» de respetar el mandato constitucional de cinco años, lo que ha dejado en el aire las expectativas de los seguidores de Morales. Mientras tanto, desde el gobierno no se han ahorrado críticas. El ministro de Justicia, Iván Lima, ha tachado a Morales de golpista y ha exigido que sea procesado por sus acciones. Por su parte, el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, ha sido tajante al afirmar que el «tiempo de Morales ha terminado» y que sus «acciones criminales» pronto tendrán consecuencias.

En resumen, esta marcha no solo es un acto de protesta, sino que es un reflejo de las profundas divisiones políticas que atraviesa Bolivia. Las próximas semanas serán cruciales para determinar el futuro político del país y el papel que jugará Morales en él.

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