Polémica en la Final de Boxeo Femenino en los Juegos Olímpicos 2024
La final de boxeo femenino en los Juegos Olímpicos de París 2024 ha sido un foco de controversia. Las boxeadoras Imane Kelif de Argelia y la taiwanesa Lin Yudin se clasificaron para el combate final, pero su participación ha generado un intenso debate debido a sus antecedentes en pruebas de género.
En 2023, la Asociación Internacional de Boxeo descalificó a ambas atletas tras descubrir que sus exámenes de sangre presentaban un cariotipo masculino, con niveles elevados de testosterona y la presencia de cromosomas XY. Aunque los resultados no se hicieron públicos, este año el Comité Olímpico Internacional determinó que, al haber nacido como mujeres, tenían derecho a competir como tales en los Juegos Olímpicos.
La polémica alcanzó su punto álgido cuando la italiana Angela Karini abandonó el combate a los 46 segundos, alegando que no podía soportar los golpes de la argelina Kelif. Rápidamente se difundió en el mundo que Kelif era una mujer transgénero, lo que desató aún más controversia. Sin embargo, Kelif nació con el sexo femenino y es una mujer, pero padece hiperandrogenismo, una condición que provoca niveles de testosterona naturalmente elevados en el rango masculino.
El hiperandrogenismo afecta aproximadamente al 5% de las mujeres a nivel mundial, y en el 70% de los casos está relacionado con el síndrome de ovario poliquístico. Esta condición puede llevar a síntomas como acné, aumento de vello corporal, caída de cabello y una mayor capacidad para ganar masa muscular, lo que podría otorgar una ventaja en deportes de fuerza como el boxeo.
La controversia también envolvió a Lin Yudin, quien venció a la búlgara Esved Lana Staneva. Tras conocer el resultado, Staneva hizo un gesto con los dedos en forma de XX, insinuando que ella tenía dos cromosomas X, mientras que su contrincante no. Sin embargo, Lin también fue registrada como mujer al nacer.
El debate se centra ahora en si es justo que mujeres que no producen naturalmente altos niveles de testosterona compitan contra aquellas que sí lo hacen. Mientras que incrementar artificialmente esta hormona se considera dopaje y está prohibido, la pregunta sigue siendo si es justo que una mujer compita con alguien que tiene una ventaja biológica debido a una condición de salud, o si es justo impedir que una mujer de nacimiento continúe su carrera por esta misma condición.
Esta situación refleja la complejidad del debate sobre la equidad en el deporte femenino y los desafíos que enfrenta el mundo del deporte en la era moderna.