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¿La explotación del litio acabará con el agua en Uyuni?

¿Qué riesgos ambientales enfrenta Bolivia?

En el último tiempo, una creciente preocupación ronda sobre el futuro de los recursos naturales en Bolivia, especialmente por los proyectos relacionados con la extracción de litio en el país. Bolivia, conocida por ser el hogar de vastas reservas de este mineral, enfrenta una creciente polémica sobre los riesgos ambientales que esta minería podría causar, especialmente en cuanto al agua. Esto surge a raíz de los contratos firmados por el gobierno con empresas chinas y rusas para explotar los depósitos de litio en el salar de Uyuni y Coipasa.

La problemática central es que para extraer una tonelada de litio, se requieren hasta 2 millones de litros de agua, lo que ha encendido alarmas entre las plataformas medioambientales, que exigen la anulación de estos acuerdos. Según cálculos realizados por el Centro de Documentación Boliviano, se estima que los proyectos de extracción de litio demandarán aproximadamente 40 millones de metros cúbicos de agua al año. Esto equivale a 13 veces más agua de la que se recibe anualmente en la región del salar de Uyuni, donde las lluvias apenas alcanzan los 3,2 millones de metros cúbicos al año.

El impacto de la minería del litio no solo afectará el ecosistema, sino que también pone en peligro a las comunidades que habitan las cercanías del salar. Se estima que al menos seis comunidades locales, que dependen de los recursos naturales para su subsistencia, sufrirán los efectos de la escasez de agua. Comunarios de localidades como Jula, anteriormente dedicados a la ganadería y cultivo de quinoa, ya han experimentado dificultades económicas debido a la creciente falta de agua en la región. De hecho, varios han tenido que recurrir a la venta de recuerdos a los turistas, ya que las actividades agrícolas tradicionales ya no son viables.

Este panorama de escasez también afecta a especies locales como las vicuñas y flamencos, que se están viendo obligados a abandonar el área debido a la falta de agua. Un ejemplo claro de esto es que los comunarios de Julak aseguran que funcionarios de YLB, la empresa encargada de la planta de procesamiento de litio, les comunicaron que necesitarían agua de sus localidades para operar la planta, lo que agrava aún más la crisis hídrica que ya enfrentan.

Además, investigaciones realizadas por medios internacionales han evidenciado que Bolivia no ha publicado información relevante sobre las reservas de agua en la zona del salar de Uyuni. Las consultas previas, que son requeridas por la normativa boliviana para proyectos de esta índole, tampoco se han realizado en las comunidades afectadas, lo que genera preocupación entre los expertos y las organizaciones medioambientales. Sin estos estudios adecuados, se pone en riesgo no solo a las comunidades, sino a todo el ecosistema local, que incluye ecosistemas de humedales de importancia internacional, hogar de diversas especies de mamíferos, reptiles y aves.

El viceministro de Explotación de Recursos Energéticos, Raúl Maita, ha asegurado que no existe riesgo de que las comunidades pierdan acceso al agua y que toda la información sobre el uso del recurso es parte de una “hidrofronasa”. Sin embargo, aún no se ha presentado ningún estudio formal que pueda confirmar estos planteamientos. Ante esto, muchos se cuestionan cómo es posible que se hayan firmado contratos sin contar con los estudios de impacto necesarios.

En conclusión, la minería del litio en Bolivia debe ser vigilada de cerca, ya que el riesgo de agotamiento del agua es un problema real que amenaza tanto a las comunidades locales como a la biodiversidad de la región. Las autoridades deberán tomar acciones inmediatas para garantizar que los estudios de impacto ambiental sean realizados y que se respeten las leyes locales para evitar consecuencias irreversibles para la región de Uyuni y sus habitantes.

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